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Un día estás relajado, tomando el sol sobre la arena blanca, disfrutando del eterno placer de sorber lentamente un delicioso combinado y de repente… ¡todo desaparece! ¿Qué ha sido del chiringuito? ¿Dónde quedaron aquellos paseos nocturnos por la orilla de la playa? ¿Quién se ha llevado las mañanas perezosas entre las sábanas de la cama? Y así es, a veces no resulta fácil asimilar que las vacaciones han terminado y que toca volver a la rutina. Regresar a la oficina con las pilas cargadas (y que te duren todo el año) no es una misión imposible: desde Randstad te vamos a traer unos consejos que te van a resultar de lo más útiles…. ¡empezamos!

Habla contigo mismo de manera positiva 

No somos conscientes del arma tan poderosa que tenemos a nuestro alcance: es gratuita, sencilla y, además, ¡va a hacernos sentir muy bien! Según los autores del libro Las palabras pueden cambiar tu mente, el doctor Andrew Newberg, neurocientífico de la Universidad Thomas Jefferson y Mark Robert Waldman, experto en comunicación, “al mantener una palabra positiva y optimista en la mente, se estimula la actividad del lóbulo frontal. Este área incluye centros de idiomas específicos que se conectan directamente a la corteza motora responsable de su puesta en práctica” y añaden que, tal y como su investigación ha demostrado “cuanto más nos centramos en las palabras positivas, más empieza a afectar a otras áreas del cerebro”. Es decir, que lo que nos decimos a nosotros mismos es importante y tiene un efecto real en nuestro organismo. Por su parte, el doctor en Filosofía Luis Castellanos, autor de La ciencia del lenguaje positivo, va más allá y asegura que este tipo de comunicación “determina el rumbo de nuestro pensamiento, actitud ante la vida e incluso nuestra salud y longevidad”

Así que ya sabes, deja atrás los pensamientos negativos y cámbialos por un mensaje de ánimo. En ocasiones, los gestos más pequeños pueden ser los responsables de los mayores cambios.

¿Te preocupa algo pero no puedes cambiarlo?

Déjalo ir. En serio, no merece la pena sufrir por un asunto cuya solución no está en tus manos. ¿Nunca has trabajado con esa persona que necesita tenerlo todo bajo control? ¿O quizás ese obseso por mantener remendado cada mínimo detalle eres tú? La famosa psicoterapeuta Amy Morin, autora del bestseller 13 cosas que las personas fuertes de mente no hacen, destaca la importancia de modificar una actitud controladora: si aprendes a soltar aquello que no puedes cambiar te sentirás más feliz. Para ello, Morin recomienda dedicar 15 minutos al día a las preocupaciones: “Cuando llegue ese momento, suelta toda tu frustración y preocupación. Siéntate y piensa en todo aquello que está fuera de control, incluso podrías anotar todas esas cosas que se te pasan por la cabeza para ser más consciente de ellas. Después de que hayan pasado 15 minutos, mentalízate de que ya llegó la hora de volver a tu vida cotidiana”. Así que ya sabes, no dejes que las preocupaciones te ocupen más de un cuarto de hora y luego… Vuelta a la normalidad con energías renovadas.

¡Fórmate! Pero en aquello que te gusta y te hace feliz

Puede que el problema de tu desmotivación radique simplemente en que tu trabajo no te hace feliz: Sí, un empleo no es lo mismo que un hobby, pero si no te llena, nunca podrás sentirte satisfecho y desarrollar todo tu potencial. ¿Has pensado en formarte de nuevo? Nunca es tarde para aprender y no hay nada más satisfactorio que perseguir tu vocación y acostarte cada día con la maravillosa sensación de que estás en el camino correcto. Te recomendamos que le eches un vistazo a este artículo: ¿Quieres darle un giro a tu carrera profesional? ¡toma nota de estos 5 consejos! ¡Te resultará de lo más esclarecedor!

Por otra parte, la Universidad de Warwick (Reino Unido) publicó el año pasado un estudio en el que asegura que un trabajador feliz y con energía es un 31% más eficiente y hasta un 12% más productivo, por lo que, si en realidad no quieres cambiar de trabajo y siempre has sido un buen empleado, es posible que tu empresa se resista a dejarte escapar y pueda ayudarte a reorientar tu carrera sin necesidad de buscar fuera aquello que te falta. Antes de decirles adiós de forma definitiva, ¿has intentado contarles lo que te está pasando? Puede que te lleves una agradable sorpresa.

Recuerda por qué trabajas cada día

Es posible que en tu caso sí que te guste lo que haces, pero que en algún punto del camino, hayas olvidado por qué empezaste a hacerlo y cuáles son tus metas. Sin un propósito, la senda se vuelve intransitable y llega un momento en el que perdemos de vista la perspectiva. Por eso siempre es positivo que nos detengamos un instante y calibremos si nuestros pasos nos conducen a ese deseado objetivo. Daniel H.Pink, gurú laboral y escritor superventas en Estados Unidos, señaló en La sorprendente verdad sobre qué nos motiva tres pilares básicos sobre los que se sustenta la motivación intrínseca, mucho más allá de lo meramente económico: 

  • La autonomía (el deseo de hacer una contribución decisiva)
  • La maestría (dominar nuestra materia)
  • El propósito (nuestra misión)

Si uno de ellos se tambalea, el triángulo se desploma y la motivación se desvanece. ¿Es posible que eso mismo te haya pasado a ti? ¿O quizás te sientes estancado? ¿Puede que te hayas convertido en un empleado invisible?. 

Lo cierto es que cuando aceptaste ese empleo lo hiciste porque te ilusionaba, porque era algo más que un simple sueldo a fin de mes (o al menos, lo deseable es que fuera así). Puede que solo necesites echar la vista atrás y recordar los motivos que te llevaron a trabajar en esa y no en ninguna otra empresa y por qué durante tanto tiempo te sentiste a gusto con lo que hacías.