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El Covid-19 ha supuesto un cambio de escenario a nivel mundial y la inmensa mayoría de las compañías se han visto obligadas a modificar su actividad y a buscar fórmulas para minimizar su impacto, pero no cabe duda que esta crisis sanitaria ha alterado por completo la forma, el lugar, e incluso las tareas que se desempeñan día a día. Soluciones como el teletrabajo o las estrictas medidas de prevención de contagios en los centros de trabajo se han hecho imprescindibles en muchos sectores. Además, la incertidumbre de la situación plantea desafíos a las organizaciones a todos los niveles, como recoge el estudio de Randstad Research ‘Impacto del COVID-19’.

¿Cómo ha afectado el coronavirus a las empresas?

La reducción generalizada de la actividad productiva a causa del Covid-19 ha afectado a la gran mayoría de las compañías. Ese efecto no ha sido equitativo, sino que ha habido grandes diferencias en función de las características de las empresas y de los sectores. Aquellas que desempeñan actividades consideradas esenciales y las que su nivel de digitalización facilita el trabajo a distancia, han sufrido en menor medida que otras. De hecho, durante esta crisis han sido necesarios más que nunca profesionales como los sanitarios, los gerocultores o el personal de supermercado, y algunas industrias incluso adaptaron su actividad para dar respuesta a las necesidades de material sanitario y contribuir a la lucha contra el virus.

Otro aspecto diferenciador es el tamaño de las organizaciones, ya que en general las más pequeñas han acusado más un descenso en su actividad. Según los datos del citado estudio, el 44 % de las empresas con una plantilla inferior a 10 empleados han paralizado temporalmente su negocio, frente al 14 % en aquellas con 250 o más trabajadores.

Esta situación adversa ha provocado que las compañías se enfrenten a diferentes retos que, según el estudio de Randstad Research, se pueden agrupar en tres niveles:

  1. Procesos: adaptar la actividad de la empresa al contexto es fundamental para reducir el impacto que pueda sufrir. Mantener la empresa operativa (53 %), conservar la relación con clientes y/o proveedores (52 %) y garantizar la productividad (37 %) son los tres retos más importantes para las empresas en este aspecto.
  2. Finanzas: los dos desafíos más destacados de cara a mantener la salud financiera de las compañías son evitar pérdidas significativas (54 %) y gestionar el cierre temporal o cese de actividad de la empresa (27 %).
  3. Recursos Humanos: esta parcela también se ha visto afectada y en ella los retos más comunes son: gestionar el teletrabajo (43 %), los ERTEs (36 %) y garantizar la salud de los empleados (33 %).

 

Principales medidas organizativas que se han implementado

Con el fin de afrontar adecuadamente estos retos, las organizaciones han implementado varias soluciones, que permiten adaptar el funcionamiento de la empresa a la nueva realidad con los menores perjuicios posibles. Entre las medidas más empleadas destacan tres:

  • Reestructuraciones: el descenso de la actividad productiva puede propiciar que algunas empresas hayan tenido que ajustarse a la situación y poner en marcha reestructuraciones totales o parciales. El informe revela que el 43 % de las organizaciones están llevando a cabo esta medida, en la que minimizar el impacto sobre las personas y el entorno debería ser una cuestión prioritaria.
  • ERTE: se trata de una medida aplicada sobre la plantilla en casos de fuerza mayor, por paralización de la actividad. Esta solución la han tomado el 42 % de las empresas y la mayoría de ellas (68 %) la han aplicado a más del 60 % de su plantilla.
  • Teletrabajo: es, con un amplo margen, la medida más utilizada, principalmente en las compañías y sectores más digitalizados. El estudio señala que un 62 % de las organizaciones lo ha implementado y la mitad de ellas a más del 60 % de sus equipos. Se trata, sin duda, de la mejor solución para todas las partes, porque permite continuar con la actividad a distancia.

Hacia la desescalada: principales desafíos

1.- Fases de desescalada

Una vez la situación de emergencia sanitaria está controlada, es el momento de recuperar de forma gradual la actividad productiva con el objetivo de minimizar el impacto económico y laboral garantizando al mismo tiempo la salud pública. Este proceso de desescalada establecido por el Gobierno, distingue cuatro fases que afectarán al tejido productivo de la siguiente manera:

  • Fase 0: en esta etapa preparatoria se otorga preferencia al teletrabajo en las empresas donde sea posible y escalonamiento en la entrada y salida del centro de trabajo en las que no lo sea.
  • Fase I: en ella se analizan exigencias de Prevención de Riesgos Laborales necesarias en cada actividad para adaptarlas al contexto del Covid-19.
  • Fase II: la mayoría de los establecimientos podrán estar abiertos al público, aunque su actividad estará limitada, ya que deberán ajustar su aforo conforme al límite marcado para cada sector (hostelería, comercio, cultura, ocio, etc.).
  • Fase III: en esta etapa final, las empresas deberán implementar protocolos de reincorporación presencial a los centros de trabajo para la actividad laboral, utilizando de EPIs y/u otras medidas de seguridad. Los horarios de entrada y salida serán escalonados y se ofrecerán garantías de conciliación.

2.- Previsiones de futuro

Recuperar la actividad en las empresas de la manera más segura y eficaz posible supone un reto importante. Una vez conseguido ese objetivo, será el momento de adaptarse al nuevo contexto, marcado por la incertidumbre económica.

Recogiendo los datos de nuestro informe, el 90 % de las empresas creen que la economía europea tendrá un decrecimiento y el 68 % piensan que el empleo de su sector se verá afectado. Como recogemos en Randstad Research, en marzo cayó la afiliación a la Seguridad Social en un 0,19 %, y en abril se registró la peor cifra de la serie histórica, con una pérdida en términos anuales de 772 mil personas.

La velocidad de recuperación de cada compañía dependerá del ámbito al que pertenezca, en este sentido, un informe de Randstad Research señala que áreas como la agricultura, logística, energía, actividades jurídicas o de contabilidad, y ciertas industrias, lograrán la recuperación total a finales de 2020. Otros sectores se verán 100 % recuperados a mediados de 2021, mientras que los más perjudicados (el turismo, la construcción o la hostelería) no lo harían hasta 2022.

Ante este contexto adverso, el informe ‘Impacto del Covid-19’ apunta que el 72 % de las organizaciones vería las ayudas fiscales (deducciones del IS o IRPF) como un impacto positivo de cara a aliviar el perjuicio económico que puedan acusar.

De cada crisis, un aprendizaje

Esta situación compleja supone una prueba para las empresas y sus profesionales, que han tenido que demostrar su capacidad de adaptación para minimizar sus consecuencias negativas. Han hecho gala de una creatividad que no solamente les ha permitido gestionar esta crisis de manera más eficiente, dentro de sus posibilidades, sino que además les hará orientar mejor sus estrategias de cara a futuras amenazas.

En este aspecto, el nivel de digitalización de las empresas es fundamental para agilizar los procesos productivos y dotarlos de un nivel de seguridad superior, de forma que soluciones como el teletrabajo se puedan aplicar de manera sencilla, rápida y eficaz. Por otro lado, disponer de una estructura que favorezca la flexibilidad y permita a la organización adaptarse a las posibles variaciones en la actividad, supone también una importante ventaja competitiva.

El Covid-19 está suponiendo un desafío de gran magnitud para las empresas y los profesionales. Pero al mismo tiempo se ha convertido en una oportunidad para que las compañías den lo mejor de sí, se hagan más sólidas y adaptables con el fin de definir mejor sus estrategias y acercarse al éxito.

Descubre mucho más sobre el impacto del Covid-19 en Randstad Research.