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evolución de la educación: aumenta la necesidad de formación en nuevas tecnologías

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Una educación completa, ya sea en fases iniciales o superiores de los procesos de formación, tiene en cuenta varias dimensiones: la humanística, la científica, la teórica, la práctica… Con el ‘boom’ de las nuevas tecnologías, el aspecto práctico cobra más importancia si cabe, sobre todo pensando en la inclusión laboral.

En este artículo, analizaremos cómo ha cambiado la educación en nuestro país y qué medidas conviene tomar para actualizar las competencias de los docentes.

¿Cómo ha sido la evolución de la educación?

El origen de la educación en relación con las nuevas tecnologías hay que situarlo en los primeros años ochenta, con la llegada de los primeros sistemas informáticos. Surgen entonces, a instancias del Ministerio de Educación, programas como el Atenea o el Mercurio, con la misión de formar a los profesores en el manejo de estas herramientas, dotar a los centros de equipos informáticos e impulsar, entre los años 1985 y 1995, la cultura informática.

Hablamos entonces de un entorno informático muy reducido, limitado a pocos modelos de ordenadores (IBM, la mayoría) y sistemas operativos igualmente reducidos, como el MSDOS.

Desde entonces, se han sucedido programas similares, pero ya a escala regional, con las transferencias a las comunidades autónomas de este tipo de competencias. Así, los centros escolares abrazan con fuerza los nuevos planes de introducción a las TIC o tecnologías de la información y la comunicación.

En el año 1996, el Ministerio de Educación comenzó a ofrecer conexión a Internet, espacio web y cuenta de correo electrónico a todos los centros y a los docentes. Eran los albores de la era de internet, que cambiaría la educación y el modo de acceder a ella.

¿Cómo ha cambiado la educación en España?

Poco a poco, la tecnología se fue integrando cada vez más en la vida docente, tanto para el profesorado como el alumnado. En torno a 2010, con la llegada de la fibra óptica y las conexiones ADSL, ya se asumía la tecnología como un recurso didáctico de gran alcance y posibilidades.

Desde los estamentos públicos se fomenta esa vía educativa con programas como Escuela 2.0 con idea de convertir las aulas tradicionales en aulas digitales en varios cursos de la ESO, así como de dotar de ordenadores a los centros, ofrecer formación a profesores y desarrollar contenidos digitales que los docentes puedan emplear en sus clases.

Toda una transición tecnológica que llegó a su máxima expresión durante el confinamiento por Covid-19 que obligó a la población española, profesores y alumnos incluidos, a ofrecer y seguir las clases de manera telemática. Tanto es así, que se habla ya de una educación post-pandemia en el sentido de aprovechar aquellas habilidades y procedimientos que nacieron durante esos meses de reinvención de sistemas educativos.

Así, en la actualidad, se vive un momento de convivencia entre los sistemas tradicionales y la apuesta más digital, con un aplicación heterogénea dependiendo de cada centro. Asimismo, está abierto el debate sobre qué modelo seguir, si uno más centrado en las nuevas tecnologías, o si estas deben limitarse a un apoyo puntual, sin variar en lo sustancial los procedimientos de siempre.

En lo que la mayoría de expertos coinciden es en la importancia de contar con equipos docentes preparados para los retos digitales del presente y futuro de una educación cada vez más ligada a la tecnología.

Necesidad de reinvención del profesorado

Según un estudio de la OCDE (“Education at a glance”, la educación en un vistazo), la situación del profesorado en España ofrece motivos para la preocupación. Según este organismo internacional, España registra una fuerza docente con una edad superior a la media de los países analizados, por lo que se hace necesario un esfuerzo para formar e incorporar talento más joven a los centros educativos.

Un dato ilustra esta realidad. Mientras que la media mundial de profesores menores de 30 años es del 12%, en España este dato cae hasta el 8%, con lo que se resiente el impulso y la apuesta por un aprendizaje que se apoye en lo digital.

También preocupa, según se desprende del estudio, aunque achacable al resto de países, es la necesidad acuciante de formación en nuevas tecnologías a los profesionales de la educación, pues se hace inadmisible un avance de la sociedad en esa cuestión que no tenga su correlato en el ámbito de la educación.

Desde Randstad Professionals, expertos en gestión y asesoría del talento, son conscientes del aumento de empleo en educación que genera el desarrollo de las nuevas tecnologías. Un nuevo paradigma que demanda profesionales formados en distintas destrezas, capacitados para enfrentarse a los retos y soluciones que la nueva realidad exige, en un viaje apasionante y lleno de oportunidades tanto para profesores, alumnos y los centros que apuesten de manera decidida por la conversión digital.

Un reto complicado para los profesionales y también para las empresas, aunque también una ventana abierta a la innovación y a un nuevo concepto de la educación más estimulante, inclusivo, atractivo y, aunque muchos tengan sus dudas, centrado en el saber y, por qué no, en la creatividad.

Porque si se entiende la tecnología educativa como un aliado y no al revés, sus ventajas son innumerables. Por citar algunas, encontramos beneficios como la un aprendizaje a distancia que antes era impensable; una formación más amplia en contenidos y público, ya que se abre a aquellos adultos que, gracias a los sistemas telemáticos, puedan conciliar la vida laboral con su formación. Además, los recursos tecnológicos generan nuevas interacciones, estímulos creativos y una curiosidad que, bien canalizada, puede ser fundamental para cultivar el talento y crear profesionales íntegros y muy solicitados en el mundo profesional.