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Los hábitos del consumo están cambiando. Desde tiempos remotos, el sentido de la posesión ha sido inherente al ser humano; sin embargo, algo empieza a cambiar: la manera tradicional de financiar, intercambiar o compartir queda ahora determinada a través de las tecnologías de la información y la comunicación y las nuevas herramientas para medir la reputación de las personas.

Esta tendencia está cobrando así cada vez más fuerza como modelo de negocio. Se trata de un sistema socio-económico en el que se comparten y se intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales con el fin de facilitar la conexión entre aquellos que disponen de bienes infrautilizados y aquellos otros que tienen necesidad de esos mismos recursos con el fin de alcanzar un beneficio mutuo a cambio de una compensación pactada entre las partes.

La revista TIME lo define como una de las 10 grandes ideas que van a cambiar el mundo.

Rodolfo Carpintier, inversor en nuevos negocios: “Quien no puede tener, se conforma con probar. Esto es lo que hace a este movimiento imparable”.
El término fue acuñado por primera vez por Ray Algar y comenzó a popularizarse en 2010 con la publicación del libro: "What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption".
Su coautora, Rachel Botsman, señala la complejidad del viejo modelo, la innecesaridad de intermediarios en la actualidad y el mayor acceso del consumidor a los bienes y servicios como los factores que han provocado el tránsito de la economía convencional a la colaborativa.
Cuestión de confianza

La confianza es clave en este tipo de consumo. En general, se habla de que la confianza y la reputación son la nueva moneda en el consumo colaborativo.
A través de las valoraciones y referencias propias de los usuarios, se establecen nuevas formas de relación y comunicación basadas en estos valores, algo que hasta hace pocos años era impensable. La confianza ha pasado de ser un bien escaso a un bien abundante.
Ligado a la sostenibilidad

Todas las iniciativas de consumo colaborativo tienen en común optimizar los recursos disponibles, ofrecer alternativas cómodas y a menudo más económicas. Se cimienta bajo el principio de mejorar el acceso a la propiedad, compartir en vez de poseer. La economía se torna así hacia una escala más humana y comprensible.
España se sitúa entre los cinco primeros países de la Unión Europea con mayor potencial de crecimiento en economía colaborativa, además, se estima que este mercado crecerá un 25% a lo largo de este año en todo el mundo, según la revista Forbes.
Algunos ejemplos de este tipo de empresas con más éxito a nivel mundial son Airbnb o Uber, en el sector inmobiliario y de transportes respectivamente, pero se advierte que ningún sector será inmune al auge de este movimiento. Se estima que más de un millón de viajeros se hospedan en alojamientos de otros particulares utilizando la plataforma Airbnb.

La reducción de costes, el uso intensivo de la tecnología, el modelo sostenible sobre el que se cimientan estos negocios o los nuevos valores como la confianza y cooperación anteriormente mencionados, se consideran los principales incentivos de los consumidores para apostar por este tipo de negocio.
El hecho de adaptar la oferta a los cambios en la demanda y los hábitos de consumo también ha provocado el nacimiento de nuevas modalidades de empleo. Se trata del auge del trabajo independiente, freelance, multitarea o temporal. Se crea así una nueva modalidad laboral donde crecen las ocupaciones por proyectos y a través de iniciativas basadas en la experiencia concreta.
Retos del futuro de la economía colaborativa: regulación y expansión

El mayor reto de este modelo es encajar en el sistema tradicional. La exigencia de crear un marco normativo flexible que se ajuste a la economía colaborativa es hoy en día una prioridad para la Comisión Nacional de Mercados y La Competencia (CNMC).
Y es que este fenómeno requiere unas reglas armonizadas que aporten seguridad jurídica tanto para las plataformas como para los usuarios de las mismas, oferentes y demandantes, sin que ningún de ellos sea perjudicado.
¿Crees que esta forma de consumir es consecuencia directa de la digitalización? ¿Cómo afecta a los modelos de negocio actuales?