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Una parte de la psicología nos enseña que la consecución de los sueños es posible, pero el camino no está exento de trabajo y esuferzo.

Desear a veces no es suficiente; las cosas se deben perseguir con ahínco para poder conseguirlas. Uno de los caminos para desarrollar el talento, ser competitivos como personas y como sociedad, es reivindicar la cultura del esfuerzo.

Diferentes culturas, un mismo fin
Numerosos expertos han ahondado en las diferentes perspectivas, respecto al ámbito laboral, existentes en las culturas occidental y oriental: ​Kimio Kase​, autor del libro ‘Asian versus western management thinking’, en el que se analizan las principales diferencias entre el estilo de gestión y el liderazgo en las empresas de ambas culturas, distingue varios aspectos.
En primer lugar, refiriéndose a la visión general que tienen unos y otros de los negocios, considera que en las sociedades occidentales predomina una visión analíltica, mientras que en la oriental, subyace una más holística. Es decir, los occidentales parten de los general para después llegar a lo puntual; los asiáticos, en cambio, empiezan a construir el todo a partir de detalles.
En segundo lugar, atendiendo a la resolución de problemas, opina que los ejecutivos occidentales parten de un esquema mental de planificación y previsión ante un obstáculo, mientras que en Asia se confía en la improvisación.
Otra de las diferencias que señala Kimio, es a la hora de desarrollar una idea, un occidental valorará una, de entre la calidad total de ideas que haya considerado, por el contrario, un oriental, desarrollará varias a ver cuál funciona.
En cambio, los fundamentos del liderazgo oriental y el occidental, para Nitin Nohria, decano de Harvard Business School, son muy similares.
Para él lo único que les diferencia es el contexto, pero el objetivo, que es establecer una estrategia para las empresas, motivando durante el camino a los empleados, es igual.
Por otro lado, los antropólogos Edward T. Hall y Takahiko Masuda, de la Universidad de Alberta, sobre la consecución de objetivos de ambas culturas, coinciden en que las culturas occidentales son más independientes y por tanto se centran en la realización de objetivos personales, mientras que las sociedades asiáticas guardan más interrelación, por lo que su visión del trabajo está más enfocada en el conexto y el trabajo en equipo.
El pensamiento occidental, partiendo de tiempos remotos, ve el trabajo como una forma de castigo, mientras que el punto de vista oriental lo considera como un vehículo de realización personal, una manera de contribuir con la sociedad y la familia en función de las capacidades.
Admiración española

En España, el presidente de Mercadona, Juan Roig, ha defendido recientemente la ‘cultura del esfuerzo’ desarrollada en Asia.
Por otra parte, el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, también ha manifestado su devoción por la constancia y la perseverancia como filosofía de vida: "Tenemos que educarnos en la cultura del esfuerzo, nada nos ha sido regalado", dijo en un acto de inauguración del curso esecolar 2015/2016 celebrado en Palencia.

Declaraciones que ponen de manifiesto, entre otras cosas, una educación de calidad, un reto para la modernización de la sociedad.

Educación y cultura del esfuerzo en las organizaciones
Es obvio afirmar que la cultura y educación influyen considerablemente en la percepción de la realidad de cada uno.

Durante su desarrollo, las personas van aprendiendo y siguiendo los preceptos sociales propios de su sociedad y cultura, enmarcando culturalmente su comportamiento social.

Las empresas, muy conscientes de la importancia de educar en sus organizaciones siguiendo los principios de la cultura del esfuerzo, no sólo lo promueven sino que lo valoran y premian.

Grandes empresarios y deportistas son la prueba latente de que el esfuerzo puede llevar al éxito.

Desde Randstad hemos tenido la oportunidad de aprender el valor del sacrificio y el esfuerzo, a través de las experiencias vitales de los ponentes que nos acompañan en la gira de eventos algo+.

Un ejemplo es el de Albert Bosch. Un emprendedor que, a través de sus expediciones alrededor del mundo nos transmite la importancia de trabajar día a día para ser mejores, para adaptarnos a los cambios y para lograr metas que, en principio, nos parecían imposibles.

O Jorge Font, quien siempre nos recuerda que "la cultural del esfuerzo es lo que hace que llegues a alcanzar tus sueños".

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