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sostenibilidad a prueba en sector logístico

El sector de la Logística está creciendo en España y creando empleo, pero tiene una asignatura pendiente: la sostenibilidad. El 71% de los profesionales del sector considera que España no está cumpliendo con las exigencias europeas en materia de sostenibilidad.

Sin embargo, la mayoría de las empresas (el 83%) asegura contar con algún tipo de política de sostenibilidad, según refleja el Estudio sobre la actualidad logística en España realizado por Prologis. Esto indica que uno de los puntos a potenciar por parte de las empresas sería la incorporación de la sostenibilidad a la cultura corporativa con el objetivo de conseguir que los trabajadores lo abracen como un valor propio, dado que parece que estas políticas parecen insuficientes o son poco conocidas por los profesionales del sector.

No solo los empleados reclaman un compromiso sostenible por parte de estas organizaciones, el mercado también exige cada vez más que los costes de las empresas no se calculen únicamente en términos económicos, sino que se tenga en cuenta también el uso de recursos y el impacto medioambiental. El sector logístico y de transporte es uno de los que, por su propia naturaleza, tiene mayor incidencia en estos dos ámbitos, especialmente el caso del sector transporte, una de las más destacadas fuentes de contaminación, emisiones de dióxido de carbono, contaminación acústica y vibraciones.

 

Proyectos “verdes”
Las empresas y las asociaciones del sector empiezan a ser conscientes de la necesidad de dar un giro sostenible a sus actividades. A nivel global, el Grupo Asesor de Alto Nivel sobre Transporte Sostenible de las Naciones Unidas ha publicado recientemente el primer Informe de Perspectivas del Transporte Global Sostenible, “Movilizando el Transporte Sostenible para el Desarrollo”. El informe ofrece un conjunto de recomendaciones sobre cómo el sector del transporte puede promover el desarrollo sostenible, poniendo el foco no solo en la lucha contra el cambio climático, sino incorporando también objetivos de desarrollo humano global como la erradicación de la pobreza y la promoción del crecimiento económico.

Por otro lado, existen diversos proyectos que persiguen identificar y poner en manos de las empresas del sector medidas de aplicación efectiva que ayuden a linearse con la normativa e incluso a ir más allá de esta. En Reino Unido, por ejemplo, el Green Logistics Research Project, pretende coordinar a industria y gobierno e involucrarlos en el objetivo común de contribuir a incrementar la sostenibilidad de la industria. Además de establecer medidas y detectar tecnologías cuyo uso sea “generizable” en las empresas del sector, también persigue establecer políticas que orienten a los responsables empresariales en sus decisiones sobre la sostenibilidad de las operaciones de distribución, ya que de ellos depende convertir la preocupación sostenible en un eje transversal en sus organizaciones.

En España, el Ministerio de Industria impulsó la creación de una plataforma tecnológica en logística que promovía proyectos, algunos de ellos centrados en soluciones sostenibles en transporte, el cálculo de emisiones, etc. y existen también proyectos regionales, como el clúster de innovación para la distribución de mercancías sostenibles en la Comunidad de Madrid, creado por el Centro de Innovación para la Logística y Transporte de Mercancía por Carretera (Citet).

 

Soluciones técnicas y sensibilización de las plantillas
Más allá de estas iniciativas impulsadas o que cuentan con el concurso de la Administración, muchas son también las empresas de logística, especialmente las de mayor tamaño, que cuentan con iniciativas de impulso de la sostenibilidad, sobre todo en lo relacionado con la reducción de emisiones y la disminución de consumo de materias primas, como la incorporación de flotas de vehículos más eficientes, la optimización de rutas, la potenciación de las certificaciones medioambientales de sus procesos, etc. Estas iniciativas se sustentan mayoritariamente en avances tecnológicos que permiten aumentar la eficiencia reduciendo estos dos parámetros.

Estos proyectos suponen un gran avance, pero necesitan de la implicación de los trabajadores para su implementación. Por un lado, empresas y trabajadores tienen que llevar a cabo formaciones específicas para que estos se capaciten en las nuevas habilidades que requieren estas tecnologías. Por otro, las empresas deben incorporar la sostenibilidad a su cultura corporativa como valor que guíe todas sus actuaciones. Es decir, no son suficientes acciones formativas al respecto; igual que otras cuestiones transversales, como puede ser la seguridad y prevención de riesgos laborales, es necesaria una labor continua de sensibilización e involucración de los empleados para que resulte exitosa.

Y más que eso, el hecho de que las empresas puedan sacar pecho de sus políticas medioambientales y sociales también puede ayudar a que sus empleados sientan orgullo de pertenencia a la organización e incremente su compromiso con esta.

En última instancia, son siempre los trabajadores los responsables de implementar métodos y procesos en su trabajo diario y de su implicación depende la llegada a buen puerto de las políticas de sostenibilidad. Sin su convencimiento y participación, la sostenibilidad no dejará de ser una mera campaña de imagen.