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Que el talento y la inteligencia son conceptos que están relacionados es innegable, es más, el talento se define (RAE) como “persona inteligente o apta para una determinada ocupación” pero son nociones distintas y con frecuencia se tiende a confundir su significado.

El talento es el potencial del que dispone una persona y que puede desarrollarse a través de diferentes vías. Por su parte, la inteligencia es la facultad de que se dispone para aprender, «entender o comprender» (RAE).

 

Algunos teóricos identificaron un único factor de inteligencia hereditario, el conocido factor “g” de Spearman, pero posteriormente se añadieron otras teorías (psicométricas, diferenciales o cognitivas) que han ampliado las posibles tipologías y proveniencias de la misma.
Una de las teorías de más éxito al respecto es la de Howard Gardner y sus “inteligencias múltiples”. Este psicólogo americano, hizo hincapié en la importancia de las razones culturales para el desarrollo de la inteligencia, y además, la dividió en ocho tipologías, recogiendo la aplicabilidad de la misma en múltiples aspectos de la vida cotidiana:
  • Lingüístico-verbal
  • Lógica-matemática
  • Espacial
  • Musical
  • Corporal cinestésica
  • Intrapersonal
  • Interpersonal
  • Naturalista
Talento e inteligencia
Teniendo en cuenta que el talento es el potencial para alcanzar algo de forma sobresaliente y la inteligencia la capacidad para comprender, asimilar y procesar la información de forma rápida y eficaz, ¿cómo podemos aplicarlas al desarrollo profesional?
¿Podemos afirmar que la inteligencia y el talento las cualidades fundamentales para el éxito?
Es un hecho que los trabajadores que poseen cualidades naturales y las potencian con otras adquiridas son más valiosos para las empresas: asimilan mejor la información, son más resolutivos y por tanto su productividad es mayor. Aunar inteligencia y talento es, por tanto, un valor añadido tanto para el profesional como para las organizaciones.
No hay que olvidar que la actitud es otra cualidad fundamental para los directivos de recursos humanos a la hora de contratar a una persona y no a otra.
Ejercita tu mente

 

Existen muchas formas de ejercitar la mente para aumentar las capacidades cognitivas de las personas. El cerebro humano posee una gran capacidad de adaptación y de procesar los cambios.
Esta facultad se denomina neuroplasticidad o plasticidad neuronal, gracias a la cual, si se estimula adecuadamente, el cerebro puede formar nuevas conexiones neuronales, alterar las existentes y adaptarse a nuevas situaciones.
Investigadores del University College de Londres publicaron un estudio en el que se sostiene, por ejemplo, que los taxistas de la capital británica tenían el hipocampo más desarrollado que el resto de los habitantes de Londres.
El desarrollo de esta parte del cerebro era mayor porque su capacidad de memorización (calles, plazas, rutas…) era muy superior a la de la media.
Existen algunas prácticas diarias aconsejables para desarrollar las capacidades cognitivas.
Un trabajo esencial es innovar y ponerse retos en las tareas habituales (estimula el cerebro), hacer ejercicio con regularidad (genera nuevas células), o pensar en positivo, que también ayuda al cerebro. En contraposición, sufrir altos niveles de estrés o ansiedad elimina neuronas e impide la creación de otras.
Por supuesto, la alimentación también influye directamente en el rendimiento cerebral. ¿Qué necesita tu cerebro? Son muy recomendables alimentos que contengan ácidos grasos como el Omega-3, antioxidantes y fibra; por ejemplo: frutos secos, aguacate, tomate o pescado.
¿Qué consideras más importante para el éxito profesional, la inteligencia, el talento o ambos por igual? ¿Tu empresa se preocupa por desarrollar estas habilidades en ti de alguna forma?

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