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La globalización de la producción, distribución y comercialización de mercancías exige infraestructuras complejas de circulación de flujos y lugares especializados para la gestión de stocks.

Hoy, los espacios logísticos trascienden la mera función del almacenaje para albergar servicios cada vez más complejos, desde la gestión de inventarios y pedidos al fraccionamiento de la carga, el almacenamiento, la facturación e incluso el ensamblaje y empaquetado final.

Al mismo tiempo, la producción flexible según el modelo ‘just in time’, que se ajusta de modo casi instantáneo a las fluctuantes demandas del mercado, ha supuesto el desarrollo de nuevas técnicas de gestión de stocks, en detrimento de los viejos espacios de almacenamiento de mercancías que respondían a modelos productivos obsoletos.

Todo ello sucede en un momento en que crece la externalización de las actividades logísticas por parte de las empresas productoras, aunque España aún esté lejos de las cifras de outsourcing que registran países como EE.UU., que supera el 70%.
Aunque el transporte es la actividad logística más subcontratada (en un 87% de los casos), cada vez más empresas dejan en manos de operadores especializados la gestión completa de la mercancía, desde la salida de la cadena de producción hasta la entrega final. De hecho, los servicios logísticos encabezan el ranking de subcontratación en nuestro país, con más de un 18%.
La logística se concentra
Como consecuencia directa de este elevado nivel de exigencia, nos encontramos con una fuerte tendencia hacia la concentración y especialización, que supone la sustitución progresiva de las pequeñas empresas por grandes operadores, sobre todo internacionales.
Sin embargo, el hecho de que la logística española sea básicamente interior, primando los flujos inter e intrarregionales, hace que el sector siga estando muy fragmentado, con una importante presencia de autónomos y de operadores logísticos que cuentan con una plantilla media de 100 trabajadores.
Hoy la logística representa hasta un 10% del total de los costes que soportan las industrias productoras, igualando o superando los gastos laborales. Por ello, se ha convertido en un factor crítico en términos de costo y es clave para mejorar la competitividad de las compañías.
Profesionales que se adaptan
En todo este contexto, los transportistas tradicionales pertenecen prácticamente a la ‘prehistoria’ de la logística.
El sector se está redefiniendo para hacer frente a los retos que plantean las modernas cadenas de suministro y al crecimiento imparable del comercio electrónico.
 
Se hace necesario crear nodos y redes inteligentes de transporte, donde las nuevas tecnologías jueguen un papel fundamental, así como las colaboraciones y alianzas con otros operadores y las reorganizaciones funcionales en el seno de las empresas.
En un sector donde los márgenes han sido siempre muy bajos, se exige más que nunca flexibilidad laboral, teniendo en cuenta que la logística se ha convertido en un negocio impredecible, con puntas de trabajo que exigen capacidad de respuesta inmediata.
En muchas empresas del sector, la planificación de los trabajos se efectúa quincenalmente y ello demanda una gran capacidad de adaptación para reaccionar en el menor tiempo posible a los requerimientos del mercado: flexibilidad de las rutas que se recorren, del volumen transportado, de las entregas y de los pedidos.
Al mismo tiempo, hay que estar preparados para la intermodalidad, porque el transporte del futuro no se realizará a través de un solo medio, sino que combinará la carretera con el ferrocarril o el transporte marítimo y aéreo, exigiendo de un mismo operador logístico que domine todos estos campos.
Y ello, manteniendo siempre unos costes competitivos y huyendo de la necesidad de incrementar stocks.
Trabajar en equipo
Una eficiente coordinación de los flujos de información (demanda del producto, capacidad de fabricación y calendario de distribución a lo largo de la cadena de suministro) es esencial para responder rápidamente a las exigencias de los clientes, reduciendo con ello los inventarios y los costos asociados con la aceleración de los envíos.
Por parte de las empresas productoras, es necesario involucrar más a los distintos departamentos en las decisiones que se toman en los sistemas de logística, afectando a toda la organización en su conjunto.
Se impone la multifuncionalidad y la coordinación en los departamentos de aprovisionamiento de materiales, almacenes logísticos, cadena productiva, profesionales encargados de la gestión de los pedidos, áreas de almacenamiento y la red de expediciones que conduce el producto hasta el cliente final.
Por su parte, el transporte ya no solamente exige puntualidad en la recogida y entrega, sino también programas de control de calidad, capacidad de adaptación a los volúmenes, dominio de las nuevas tecnologías de control, predicción y localización y una correcta manipulación de la documentación de la carga en expediciones internacionales.
Todo ello requiere, sin duda, invertir en formación.

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